Esta monografía, que reúne diez contribuciones escritas en francés y de diferentes extensiones, gira en torno a un asunto no del todo novedoso, pero enfocado al contrario de lo habitual: no se centra tanto en el proceso de cristianización de la cultura clásica como en el de romanización de la fe cristiana, según anuncia su título. Los diversos capítulos conforman un todo armónico, recorrido por el tema común del encuentro conflictivo entre las tradiciones pagana y cristiana en la poesía latina de época tardoantigua, un encuentro que deriva o en el predominio de una tradición sobre la otra, a conveniencia del autor, o en la creación de nuevas formas literarias, nacidas de la simbiosis. Gran parte de los autores estudiados muestra un apego cultural —no cultual— hacia lo profano. Por eso, sus productos literarios son ambiguos o se encuentran a medio camino, sin que ello presuponga una negación del cristianismo o del paganismo.
El libro principia, a mi parecer, acertadamente con el capítulo de Vincent Zarini (pp. 15-34), pues la amplitud de su materia —la concepción del pasado romano en la poesía profana y en la poesía cristiana tardoantiguas— lo hace una idónea introducción general al tema monográfico, al reparar en el peso del pasado clásico en esta literatura, pero también al contraponer algunas posturas conservadoras a otras más rompedoras. Sin embargo, el artículo resulta algo difuso en contraposición con los restantes, limitados a autores, obras o géneros específicos.
Tras Zarini, estudia Charles Guittard (pp. 35-50) la visión de la poesía en las Saturnales de Macrobio. La presencia en esta obra de un gusto por lo pagano, reflejado en la inclusión de citas arcaicas y clásicas —de Ennio, Virgilio y Homero principalmente— y la ausencia de menciones al cristianismo plantean el problema de la fe de Macrobio, figura fronteriza; sin embargo, la sistematización de una nueva teoría de los géneros y estilos en las Saturnales dan cuenta de su interés por una forma poética distinta a la clásica. También Giampiero Scafoglio (pp. 51-94) reflexiona sobre la ambigüedad religiosa de otro autor tardoantiguo: Ausonio. Le interesa la presencia del cristianismo en su poesía y, sobre todo, la interacción de este con lo pagano. En efecto, Scafoglio reconoce en varios de sus poemas un sincretismo no solo formal, sino también sustancial de lo profano y lo cristiano, un sincretismo tolerante, que pone los recursos poéticos al servicio de la fe, de la que Ausonio presenta una visión muy personal. Continúa la sucesión de capítulos con dos más, dedicados a la poesía de Prudencio: Fabrice Wendling (pp. 95-120) se interesa por el Contra Símaco; Joëlle Soler (pp. 121-132) por el Peristephanon. Mientras que Wendling aborda la interrelación de la teología y la poesía en Prudencio, Soler analiza la concepción de los lugares sagrados en sus himnos. Ambos otorgan al autor un papel transformador o creador en el ámbito de la literatura de su tiempo. Wendling concluye que Prudencio no es un mero versificador de la teología ambrosiana o paulina, sino que la transfigura: al romanizar el texto bíblico y la teología cristiana, elabora una teología política y se erige en creador de una poesía teológica. Por su parte, Soler le atribuye una función central en la evolución del culto a los mártires, que se produce en época tardoantigua bajo el influjo de la cultura clásica, a través de una especie de interpretatio romana de dicho culto. Ya sus himnos se alejan de la concepción «utópica» del primer cristianismo, como religión espiritual, sin un lugar santo concreto, y atribuyen santidad a los lugares de martirio. A continuación, Jean-Louis Charlet (pp. 133-144) analiza brevemente tres carmina minora de Claudiano, recientemente editados y traducidos por él (Charlet 2018Charlet, J.-L. (2018) Claudien: Oeuvres. Tome IV. Petits poèmes, París: Les Belles Lettres., carm. 57, 59 y 60), que le permiten descubrir la naturaleza del paganismo del autor. Estas piezas, dedicadas respectivamente a la navegación de Isis, a Venus y a las Floralia mostrarían que el de Claudiano no es un paganismo religioso, sino cultural. Por otro lado, Étienne Wolff (pp. 145-156) contribuye con un estudio sobre la Antología Latina y, en concreto, de sus diez únicos poemas de temática cristiana. Tras establecer las causas de esta escasez: la persecución a que los vándalos arrianos sometían a los cristianos nicenos de África, así como el género de los poemas recogidos, determina que la cultura clásica es empleada en la Antología como terreno neutral, en que los poetas pueden expresarse sin exponerse. Más vasto y complejo es el capítulo dedicado a la poesía epigramática cristiana por Gaëlle Herbert de la Portbarré-Viard (pp. 157-198). La investigadora ha sabido, no obstante, delimitar el tema con la selección de un corpus reducido (Dámaso, Paulino de Nola, Prudencio, la sylloge del Martinellus, Sidonio Apolinar y Ennodio de Pavía), que contribuye a mostrar con suficiente claridad la evolución del nuevo género, que retoma recursos de la epigrafía clásica, pero con nuevos contenidos y objetivos. Así, al tiempo que trata la evolución de recursos ya propios del epigrama clásico (índices de enunciación, marcadores espacio-temporales, potencialidades visuales, función memorial) desde Dámaso a Ennodio, incide en el aspecto que en el fondo más le interesa: cómo la conjunción espiritualidad-epigrafía facilita la monumentalización del vínculo cielo-tierra, al anclarse la espiritualidad cristiana en la materialidad del monumento de culto. Finalmente, los dos últimos capítulos se refieren a la poesía de Ennodio de Pavía. Mientras que Céline Urlacher-Becht (pp. 199-234) investiga el uso de los ideales de la elocuencia ornada y del orator en los poemas religiosos de Ennodio, Benjamin Goldlust (pp. 235-254) estudia el género epitalámico a través del discurso de Cupido en el Epitalamio a Máximo (carm. 1.4 H = 388 V), un poema sorprendente en tanto que es una crítica a la virginidad escrita por un diácono. Ambos investigadores analizan piezas que se caracterizan por su inadecuación al rango eclesiástico del autor. Urlacher-Becht orienta su trabajo hacia la demostración de que el uso de la poesía está justificado en Ennodio gracias a argumentos afectivos y religiosos, pero queda reservado, como un privilegio, al hombre aristocrático. El uso ornado de la poesía se admite para encomiar a Dios y a sus obispos, pero solo conviene a aristócratas de la alta jerarquía eclesiástica, algo que revela el carácter elitista del género. A su vez, Goldlust explica la inconveniencia del discurso de Ennodio como un deseo del poeta de seguir una estela literaria e ideológica que va más allá de los límites doctrinales cristianos: no asume la postura del poeta cristiano comprometido, sino la que conviene al contexto del epitalamio y, por consiguiente, se deja llevar por la libertad literaria.
En suma, el libro es valioso en la medida en que presenta un planteamiento variado y bien hilado de un fenómeno central para la conformación de la literatura occidental: el choque fructífero entre la tradición clásica y la nueva cultura cristiana, desde la perspectiva concreta de la poesía tardoantigua; sin embargo, este campo de los estudios literarios necesita aún una dedicación más amplia. Sería conveniente que se extendiera su alcance a otros autores, obras y géneros menos conocidos o estudiados, así como a la escritura en prosa, que, en ocasiones, corre el riesgo de quedar en segundo plano por la preferencia que los investigadores dan a la producción poética.