En el seno de la comunidad científica, es destacable la inexistencia de estudios diacrónicos o sincrónicos, específicos, sobre el término en cuestión. Esta contingencia justifica, de entrada, algunas notas preliminares que expliquen el significado coyunturalmente religioso-moral de la voz ἀναμάρτητος en la producción de Plutarco1
1. La voz en la literatura griega
⌅Como se desprende de las líneas iniciales, no pretendemos ofrecer aquí un análisis exhaustivo del vocablo correspondiente en la literatura griega sino mostrar un panorama conciso de la realidad textual y centrarnos en algunas observaciones de importancia para la recepción posterior del término, con un sentido religioso y moralmente marcado, en determinados pasajes del corpus plutarqueo. Así las cosas y sin que la literatura griega arcaica brinde testimonios sobre el particular, hallamos registrado el nombre ἀναμάρτητος, de manera incipiente, en la literatura de época clásica. Al respecto, queremos significar que las manifestaciones del término adoptan, desde los compases iniciales, una doble vía semántica. Efectivamente, en su acepción etimológica más neutra, el adjetivo pertinente refiere la no comisión de un error o desliz (ἀν-*ἁμαρτ-); y en su acepción marcadamente especializada, la voz ἀναμάρτητος puede comportar un sentido jurídico y/o religioso-moral de notable consideración3
Gorgias, en su Defensa de Palamedes5
Por su parte, Antifonte de Ramnunte somete la voz ἀναμάρτητος a una elevada sofisticación léxica, jurídica y religiosa: ello sucede concretamente en la Tetralogía Segunda. Efectivamente, ha sido inteligentemente destacado que, en el cálamo del orador, el lexema *ἁμαρτ- parte de un significado como mero yerro para desplegar una retícula de connotaciones jurídico-religiosas6
Por cuanto atañe a la Historia de Heródoto, el adjetivo implicado presenta tres apariciones sin que el subrayado religioso quede fehacientemente acentuado en dos de ellas ( I 117.3; I 155.3), mientras que en un tercer pasaje resulta factible la connotación de índole moral (V 39.2)9
Pues bien, ya establecidas las pertinentes acepciones de ἀναμάρτητος en el siglo V a. C., los autores cuya ἀκμή se sitúa en el siglo IV a. C., en el período helenístico y en época imperial irán acomodando y perfilando el significado del término con arreglo a sus respectivos intereses. Ciñéndonos en todo momento a aquellas evidencias presentes en las fuentes no fragmentarias, ofrecemos la siguiente síntesis de compendio:
- La forma adjetival halla una fecunda operatividad en la prosa literaria del s. IV a. C., especialmente en géneros como la historiografía, la oratoria y la preceptiva filosófica10
Es reseñable la gran ausencia de ἀναμάρτητος en los géneros poéticos, especialmente en el drama ático del s. V a. C. La única comparecencia perteneciente a las fuentes en verso de época clásica se encuentra en Menandro y el vocablo posee tintes morales (Men., Epit. 908). . Aunque ciertamente la acepción menos marcada de ἀναμάρτητος tiene un peso dominante11Vg. Arist., Pol. 1319a2; D., 23.125; Pl., R. 339c1, 340c9, 447e6; Pl., Tht. 146a4, 200e4; X., Ages. VI 7, X 4. , los casos en que su semántica original se especializa desarrollando matices religiosos y morales merecen ser señalados:- 1.1. En el corpus jenofonteo, el ejemplo más significativo pertenece a la Ciropedia (X., Cyr. VIII 7.22). En este ensayo didáctico de temática histórica, ἀναμάρτητος se emplea para subrayar la naturaleza divina, al mismo tiempo que la terminología irreligiosa insinúa el temor reverencial que se esperaba de los individuos piadosos. Una segunda aparición del término en las Helénicas (HG VI 3.10) también es susceptible de presentar tales connotaciones: los distintos cognados de ἁμαρτία que aparecen en el texto aluden a errores tácticos cometidos por atenienses y lacedemonios. No obstante, la referencia a la toma de la Cadmea —acto condenado por Jenofonte como un ataque a la esfera humana y divina (HG V 4.1)— hace posible pensar en una falta con implicaciones morales y religiosas.
- 1.2. Por cuanto se refiere a la oratoria, Esquines introduce el vocablo en un exemplum moral referido a los castigos sufridos por aquellas mujeres sorprendidas al cometer adulterio (Aeschin. I 183). Isócrates, a su vez, atestigua el significado religioso de ἀναμάρτητος en su discurso Panatenaico (Isoc. VI 64): el adjetivo, cuyo significado aparece modificado por una lítote, se aplica a los dioses y queda enmarcado en una captatio beneuolentiae por la cual el orador intenta reafirmar su modestia12
El enunciado donde se inserta ἀναμάρτητος se reproduce de forma idéntica en una de las cartas que componen la colección epistolar de Isócrates (Isoc., Ep. II 16). . - 1.3. Es cierto que Platón y Aristóteles suelen emplear ἀναμάρτητος en su sentido más amplio. Sin embargo, en los tratados éticos de Aristóteles el término podría alcanzar una dimensión moral al verse condicionado por las características macroestructurales de tales obras (Arist., EN 1155a13; EE 1227b13).
- Como es habitual en este tipo de léxico13
Cf. Ramón Palerm (2016, p. 164); Ramón Palerm (2019, pp. 232-234); Ramón Palerm y Vergara Recreo (2020, p. 320). , la productividad de ἀναμάρτητος experimenta un receso considerable en época helenística. Únicamente mitigan este hiato léxico dos testimonios: el primero de ellos lo transmite Polibio (Plb. XII 25c.5) en una sección dedicada a la crítica literaria, la cual culmina con una máxima cuyo contenido podría esbozar la lectura moral del adjetivo ἀναμάρτητος y sus cognados. El segundo queda recogido en la Carta de Aristeas (252). Las connotaciones religiosas de este último ejemplo responden a la temática de la obra —la labor de traducción de la Biblia al griego, la Septuaginta, realizada en Alejandría— y así el significado de ἀναμάρτητος se plantea como resultado de una actitud cabal, respaldada y garantizada por el favor divino. - Finalmente, en época imperial —más concretamente en autores anteriores o coetáneos de Plutarco—, asistimos al reverdecimiento de ἀναμάρτητος, cuya semántica mantiene ese doble uso que tan bien ilustrado quedaba en las fuentes de época clásica. No obstante, resulta llamativo el auge de su especialización religioso-moral en este período14
Para la escasa representación de la acepción no marcada, cf. D. Chr. XLIX 9; D.H. IV 60.2. . Además de los pasajes plutarqueos, los cuales referiremos a continuación, destaca su utilización en los tratados de crítica literaria compuestos por Dionisio de Halicarnaso (D.H., Th. III 1) y Longino (Longin. 36.1), quienes insertan el término en exempla que subrayan la infalibilidad como rasgo exclusivo de los dioses. Del mismo modo, la acepción religiosa del vocablo se registra en la literatura greco-judía del momento, representada por Filón de Alejandría (Ph. III p. 166) y Josefo (I., BI VII 329.3).
2. El término ἀναμάρτητος en Plutarco
⌅En términos absolutos, Plutarco es el autor que, hasta su época, emplea la voz ἀναμάρτητος con mayor fruición. Una revisión de sinopsis patentiza ciertas observaciones notables. Sucede que el adjetivo aparece una sola ocasión en Vitae y once veces en Moralia15
Plu., De audiendis poetis 25D. En este ensayo didáctico-moral, Plutarco revaloriza el papel de la poesía, así como propugna su reconciliación con la filosofía y su utilidad para la formación de los jóvenes. Por cuanto se refiere al razonamiento filosófico que permea la totalidad del opúsculo, el autor abraza un platonismo amalgamado con ideas aristotélicas y estoicas —fusión ya adelantada por ciertos pensadores de la escuela alejandrina16
Τὸ γὰρ ἐμπαθὲς καὶ παράλογον καὶ ἀπροσδόκητον, ᾧ πλείστη μὲν ἔκπληξις ἕπεται πλείστη δὲ χάρις, αἱ μεταβολαὶ παρέχουσι τοῖς μύθοις· τὸ δ’ ἁπλοῦν ἀπαθὲς καὶ ἄμυθον. ὅθεν οὔτε νικῶντας ἀεὶ πάντα ποιοῦσι τοὺς αὐτοὺς οὔτ’ εὐημεροῦντας οὔτε κατορθοῦντας. ἀλλ’ οὐδὲ τοῖς θεοῖς, ὅταν εἰς ἀνθρωπίνας ἐμπέσωσι πράξεις, ἀπαθέσι χρῶνται καὶ ἀναμαρτήτοις, ἵνα μηδαμοῦ τό τε ταράττον καὶ τὸ ἐκπλῆττον ἀργῇ τῆς ποιήσεως ἀκινδύνων καὶ ἀναγωνίστων γινομένων18
Efectivamente, los reveses proporcionan a los mitos el elemento emotivo, sorpresivo e inesperado, gracias al cual se desencadena una profunda conturbación a la par que un enorme placer. Al contrario, lo sencillo carece de emoción y de contenido mítico. Por este motivo, no los describen venciendo siempre en todos los casos, ni siendo dichosos ni teniendo éxito. De hecho a los dioses, cuando se entrometen en ciertas acciones humanas, tampoco los presentan inmutables y sin tacha moral con la intención de que el elemento desestabilizador y conturbador de la poesía no quede inactivo por permanecer lejos de peligros y de conflictos.
Plutarco subraya la relevancia que poseía la caracterización de los personajes en las ficciones literarias. Los cambios repentinos de su fortuna, actitud o conducta (αἱ μεταβολαί) impresionaban enormemente a la audiencia. Tales contratiempos desencadenaban tensión y emoción, lo cual anticipa el autor mediante una estructura trimembre (τὸ γὰρ ἐμπαθὲς καὶ παράλογον καὶ ἀπροσδόκητον) para luego concretarlos en dos conceptos clave: efectivamente, el impacto emocional y el deleite se complementan para enriquecer los relatos míticos y su importancia se patentiza retóricamente gracias a una construcción distributiva y a la repetición anafórica del superlativo πλεῖστος (ᾧ πλείστη μὲν ἔκπληξις ἕπεται πλείστη δὲ χάρις). A través de una construcción antitética, Plutarco asegura cómo la ausencia de dichos elementos —lo cual aparece recogido mediante dos adjetivos coordinados, formados con prefijo privativo (ἀπαθὲς καὶ ἄμυθον)— desvirtúa el sentido de la poesía y se diluye la tarea de entretener o cautivar al auditorio19
A estos aspectos estéticos y formales se une el concepto de la μίμησις, gracias al cual Plutarco conecta la ficción mítica con la realidad. Si se quería que la poesía fuera un instrumento eficaz para la instrucción moral debía escenificar un universo cambiante en el cual interactuaran personajes complejos y de fortuna variable20
Microestructuralmente, los ecos intertextuales con el texto platónico tampoco merecen ser soslayados. Como contraposición a la perfección de la divinidad y las críticas contra esa ἁμαρτία atribuida a algunos poetas, el Queronense postula que los dioses de ficción, siempre que actúen en un plano humano (ὅταν εἰς ἀνθρωπίνας ἐμπέσωσι πράξεις), habrían de presentar un temperamento cambiante, lo cual queda precisado mediante la coordinación οὐδέ ... ἀπαθέσι χρῶνται καὶ ἀναμαρτήτοις. En esta construcción formular, genuinamente plutarquea, la negación del adjetivo ἀπαθής sugiere el sometimiento de la raza divina a diversos impulsos emocionales, mientras que el adjetivo ἀναμάρτητος indica la posibilidad de incurrir en una falta moral. En resumen, para acercar la obra al público y que este pudiera emitir una valoración moral (ἵνα μηδαμοῦ τό τε ταράττον καὶ τὸ ἐκπλῆττον ἀργῇ τῆς ποιήσεως), los personajes divinos debían someterse a las mismas normas composicionales que los humanos, afrontando contingencias similares, lo cual queda sintetizado en un genitivo absoluto donde se vuelven a emplear adjetivos formados con alfa privativa, organizados mediante la figura del homeoteleuton (ἀκινδύνων καὶ ἀναγωνίστων γινομένων).
Plu., Quomodo adulator ab amico internoscatur 72B. Este tratado plutarqueo se organiza en dos partes diferenciadas, aunque vertebradas alrededor de un mismo eje temático25
Ὅθεν οὐχ ἁπλῶς ὁ Φοίνιξ ἐνέβαλε τὰ περὶ αὑτὸν ἀτυχήματα, δι’ ὀργὴν ἐπεχειρήσαντος
ἀνελεῖν τὸν πατέρα καὶ ταχὺ μεταγνόντος,
<ἀλλ’> ἵνα μὴ δοκῇ νουθετεῖν ἐκεῖνον ὡς αὐτὸς ἀπαθὴς ὢν ὑπ’ ὀργῆς καὶ ἀναμάρτητος. ἐνδύεται γὰρ ἠθικῶς τὰ τοιαῦτα, καὶ μᾶλλον εἴκουσι τοῖς ὁμοιοπαθεῖν ἀλλὰ μὴ περιφρονεῖν δοκοῦσιν29
Por este motivo, Fénix no presentó simplemente sus propios infortunios, el intento de
matar a su padre en un arrebato de ira y su rápido cambio de opinión
sino que lo hizo a fin de que no pareciera que lo estaba reprendiendo como si él no
se dejara perturbar por la ira y careciera de tacha moral. En efecto, tales críticas calan
éticamente y se cede más ante quienes parecen compartir experiencias que no ante
quienes parecen despreciarlas.
Plutarco manipula la narración homérica original —la extensa amonestación de Fénix a un obstinado Aquiles, quien se negaba a deponer su cólera y reincorporarse a las filas aqueas durante el asedio de Ilión30
Según las reflexiones del autor, las palabras de Fénix no son fortuitas, sino que responden a una estrategia didáctico-moral. La correctio, solapada con el empleo del zeugma y una uariatio sintáctica, recalca que la finalidad última del protagonista era suavizar su consejo y revestirlo de empatía (οὐχ ἁπλῶς ... <ἀλλ’> ἵνα μὴ δοκῇ νουθετεῖν ἐκεῖνον). La subordinada final plantea la posible percepción de las críticas como un ataque formulado desde la hipocresía, la cual queda evidenciada en el sintagma participial (ὡς αὐτὸς ἀπαθὴς ὢν ὑπ’ ὀργῆς καὶ ἀναμάρτητος). Es particularmente relevante que en este pasaje se halla el único caso donde la fórmula plutarquea ἀπαθὴς καὶ ἀναμάρτητος desarrolla matices moralizantes y se aplica a un personaje humano: por un lado el adjetivo ἀπαθής, cuya esfera semántica está acotada por el sintagma preposicional ὑπ’ ὀργῆς, sugiere la templanza racional de aquellos que no se dejan arrastrar por las emociones; por otro ἀναμάρτητος alude a la ausencia de cualquier desliz religioso o moral, un significado que realza todavía más la idea del parricidio presentada en las líneas anteriores. El pasaje finaliza con dos aclaraciones: la primera de ellas revela explícitamente el impacto moral propio de las reprobaciones entre amigos (ἐνδύεται γὰρ ἠθικῶς τὰ τοιαῦτα), mientras que la segunda apunta la percepción externa de tales recriminaciones33
Plu., De Pythiae oraculorum 404C. El pasaje se inserta en uno de los ensayos teológicos más acreditados del Queronense, Los oráculos de la Pitia34
Ἀλλ’ αὖθις ἄξιον μέν ἐστι διὰ μακροτέρων εἰπεῖν τι καὶ πυθέσθαι περὶ τούτων, τὰ δὲ νῦν ἐν βραχεῖ μαθόντες διαμνημονεύωμεν, ὡς σῶμα μὲν ὀργάνοις χρῆται πολλοῖς αὐτῷ δὲ σώματι ψυχὴ καὶ μέρεσι τοῖς σώματος· ψυχὴ δ’ ὄργανον θεοῦ γέγονεν, ὀργάνου δ’ ἀρετὴ μάλιστα μιμεῖσθαι τὸ χρώμενον ᾗ πέφυκε δυνάμει καὶ παρέχειν τὸ ἔργον αὐτοῦ <τοῦ> νοήματος ἐν αὐτῷ διαφαινομένου, δεικνύναι δ’ οὐχ οἷον ἦν ἐν τῷ δημιουργῷ καθαρὸν καὶ ἀπαθὲς καὶ ἀναμάρτητον, ἀλλὰ μεμιγμένον <πολλῷ τῷ ἀλλοτρίῳ>· καθ’ ἑαυτὸ γὰρ ἄδηλον ἡμῖν, ἐν ἑτέρῳ δὲ καὶ δι’ ἑτέρου φαινόμενον ἀναπίμπλαται τῆς ἐκείνου φύσεως36
En todo caso, resulta oportuno profundizar e investigar sobre estos aspectos pero, de momento, recordemos sucintamente los conceptos asimilados, a saber: que el cuerpo dispone de numerosos instrumentos y el alma, del propio cuerpo y de las partes del cuerpo. A su vez, el alma es un instrumento de la divinidad y la virtud de un instrumento reside en ajustarse de la manera más adecuada, merced a la fuerza que le es natural, a quien lo utiliza y en presentar la obra del pensamiento mismo como aparece en dicho instrumento; pero no en mostrar la obra cual se hallaba en el demiurgo, pura, imperturbable e intachable, sino mezclada con muchos elementos ajenos a ella. En realidad, esta nos resulta, de suyo, desconocida pero, una vez que aparece en otro ente y a través de otro ente, se llena de su naturaleza.
En efecto, Teón ofrece una síntesis de las enseñanzas recabadas donde, como puede verificarse en el texto presentado, prima sobremanera la noción de ὄργανον, de ‘instrumento’ (consignado tres veces en políptoton: ὀργάνοις … ὄργανον … ὀργάνου)37
Plu., De defectu oraculorum 418E-419A. El pasaje objeto de análisis corresponde a La desaparición de los oráculos, un segundo tratado de intención teológica cuya estructura40
Σὺ δὲ σεαυτὸν λέληθας ὃ δίδως ἀφαιρούμενος· ὁμολογεῖς γὰρ εἶναι δαίμονας, τῷ δὲ μὴ φαύλους ἀξιοῦν εἶναι μηδὲ θνητοὺς οὐκέτι δαίμονας φυλάττεις· τίνι γὰρ τῶν θεῶν διαφέρουσιν, εἰ καὶ κατ’ οὐσίαν τὸ ἄφθαρτον καὶ κατ’ ἀρετὴν τὸ ἀπαθὲς καὶ ἀναμάρτητον ἔχουσι;42
Tú mismo no te percatas de que niegas lo que admites: convienes en que existen démones pero, cuando juzgas que no son incorrectos ni mortales, ya no los preservas como démones. Porque entonces ¿en qué difieren de los dioses si por su esencia son inmortales y, por su virtud, imperturbables e intachables?
Al decir del orador, en el supuesto de aceptar la sugerencia que Heracleón plantea, la equiparación de los démones con los dioses sería un hecho incontrovertible, inferencia inaceptable para Cleómbroto que motiva la rotunda interrogación retórica por él expuesta, a saber, ¿en qué se diferenciarían unos de otros si los démones fuesen esencialmente inmortales y moralmente impasibles, irreprensibles? En realidad, es destacable el precioso isocōlon de los sintagmas κατ’ οὐσίαν τὸ ἄφθαρτον καὶ κατ’ ἀρετὴν τὸ ἀπαθές, con una intencional sucesión de categorías gramaticales mediante la simetría de los complementos circunstanciales y los adjetivos con género neutro (nótense las cuatro sílabas que presiden los cuatro sintagmas). Amén de ello, el adjetivo ἀναμάρτητον, predicado nuevamente de los dioses, corona brillantemente el período y confiere al término una relevancia religioso-moral de importancia. En última instancia, debe subrayarse la utilización nuevamente de la fórmula τὸ ἀπαθὲς καὶ ἀναμάρτητον, un giro sintagmático sin precedentes en la historia de la literatura griega cuyo cometido se encamina efectivamente, como en el pasaje glosado con anterioridad (404C), a destacar la naturaleza apacible y moralmente irreprochable de los dioses.
Plu., De uirtute morali 444F-445A. El objetivo del autor en este ensayo teórico es reflexionar sobre la estructura bipartita del alma y presentar las bases distintivas de la virtud ética (ἠθικὴ ἀρετή); y todo su razonamiento se articula a través de reminiscencias platónico-aristotélicas más que evidentes, al mismo tiempo que incorpora diversas críticas a las doctrinas estoicas43
Γίγνεται δὲ μεσότης καὶ λέγεται μάλιστα τῇ περὶ φθόγγους καὶ ἁρμονίας ὁμοίως· ἐκείνη τε γὰρ ἐμμελὴς οὖσα φωνὴν καθάπερ ἡ νήτη καὶ ὑπάτη τῆς μὲν τὴν ὀξύτητα τῆς δὲ τὴν βαρύτητα τὴν ἄγαν διαπέφευγεν· αὕτη τε κίνησις οὖσα καὶ δύναμις περὶ τὸ ἄλογον, τὰς ἐκλύσεις καὶ τὰς ἐπιτάσεις καὶ ὅλως τὸ μᾶλλον καὶ τὸ ἧττον ἐξαιρεῖ τῆς ὁρμῆς, εἰς τὸ μέτριον καὶ ἀναμάρτητον καθιστᾶσα τῶν παθῶν ἕκαστον46
Así, es un término medio y se dice esto principalmente por analogía con el relacionado con los sonidos al igual que con la armonía. Pues aquel, cuando tiene un sonido melodioso, como la cuerda nētē y la hypatē, evita la agudeza de la una y la excesiva gravedad de la otra. Esta propiedad, siendo como es una oscilación y una facultad relacionada con lo irracional, elimina las relajaciones y las tensiones, el exceso y la carencia de impulso, situando cada una de las pasiones en el término medio, carente de tacha moral.
Para ilustrar la noción del término medio, característica de la virtud moral (μεσότης), Plutarco inserta un símil de índole musical (τῇ περὶ φθόγγους καὶ ἁρμονίας ὁμοίως). Tal comparación destaca por la convergencia de múltiples recursos retóricos. En efecto, la armonía de los sonidos se basa en un equilibrio tonal, lo cual aquí se expresa mediante un juego de antítesis: deben evitarse aquellas notas que representan alturas extremas (ἡ νήτη καὶ ὑπάτης) y que, como bien resalta la distribución μέν ... δέ, la simetría sintáctica y el homeoteleuton, constituyen los tonos más agudos y graves en un heptacordo (τῆς μὲν τὴν ὀξύτητα τῆς δὲ τὴν βαρύτητα τὴν ἄγαν διαπέφευγεν)47
La construcción participial que cierra el pasaje enfatiza todavía más la idea del sometimiento de las pasiones (καθιστᾶσα τῶν παθῶν ἕκαστον). Este control, tan necesario para el progreso y el perfeccionamiento ético de los individuos, queda encapsulado en el sintagma preposicional εἰς τὸ μέτριον καὶ ἀναμάρτητον. Esta combinación de términos, además de evocar la noción de μετριοπάθεια que se viene precisando en los últimos parágrafos, insinúa una censura a las doctrinas éticas de los estoicos, quienes condenaban las pasiones y promovían el ideal de la ἀπάθεια49
Plu., De esu carnium 996E-F. La composición De esu carnium consta realmente de dos trataditos cuya orientación epidíctico-retórica ha sido tradicionalmente reconocida por la crítica filológica, de suerte que, habida cuenta de la estructura de los mismos, han sido atribuidos a una etapa incipiente en la producción del Queronense. Estos dos ensayos patentizan una incisiva diatriba contra el consumo de carne y, particularmente en el tratado segundo, Plutarco maneja argumentos de especial relevancia: unos son místico-religiosos, donde es perceptible la referencia a la metempsicosis, doctrina de probable inspiración órfico-pitagórica; otros son de carácter filantrópico, ya que el ser humano debe observar una respetuosa piedad hacia los seres vivos; y otros juicios presentan un cariz filosófico, en abierta polémica contra los estoicos quienes negaban la facultad de raciocinio a los animales y, en consecuencia, aprobaban la ingesta de carne50
Καὶ τὸ ἄγκιστρον ἐκβάλλειν τῆς σαρκοφαγίας ὡς ἐμπεπηγμένον τῇ φιληδονίᾳ καὶ διαπεπαρμένον οὐ ῥᾴδιόν ἐστιν. ἐπεὶ καλῶς εἶχεν, ὥσπερ Αἰγύπτιοι τῶν νεκρῶν τὴν κοιλίαν ἐξελόντες καὶ πρὸς τὸν ἥλιον ἀνασχίζοντες ἐκβάλλουσιν ὡς αἰτίαν ἁπάντων ὧν ὁ ἄνθρωπος ἥμαρτεν, οὕτως ἡμᾶς ἑαυτῶν τὴν γαστριμαργίαν καὶ μιαιφονίαν ἐκτεμόντας ἁγνεῦσαι τὸν λοιπὸν βίον ἐπεὶ ἥ γε γαστὴρ οὐ μιαιφόνον ἐστὶν ἀλλὰ μιαινόμενον ἀπὸ τῆς ἀκρασίας. οὐ μὴν ἀλλ’ εἰ καὶ ἀδύνατον ἤδη διὰ τὴν συνήθειαν τὸ ἀναμάρτητον, αἰσχυνόμενοι τῷ ἁμαρτάνοντι χρησόμεθα διὰ τὸν λόγον, ἐδόμεθα σάρκας, ἀλλὰ πεινῶντες οὐ τρυφῶντες· ἀναιρήσομεν ζῷον, ἀλλ’ οἰκτείροντες καὶ ἀλγοῦντες, οὐχ ὑβρίζοντες οὐδὲ βασανίζοντες51
Y no resulta sencillo extirpar el arpón de la sarcofagia, adherido y anclado en la delectación placentera. Buena cosa sería que, a la manera de los egipcios —quienes, tras extraer las vísceras de los cadáveres y exponerlas al sol, se deshacen de ellas en la idea de que provocan cuantos errores comete el ser humano—, erradicáramos la glotonería y la sed de sangre a fin de purificar el resto de nuestra vida, dado que el estómago no es agente sanguinario sino objeto mancillado a causa de la intemperancia. Y si, por la fuerza de la costumbre, somos incapaces de una acción correcta, obraremos de modo juicioso, compungidos por nuestro error; comeremos carne por apetito, no por gula; sacrificaremos un ser vivo pero con pena y dolor, no con saña ni tortura.
El pasaje traído a colación se halla precisamente en los compases iniciales del tratado segundo. Como puede observarse y con el propósito de extirpar la nefanda práctica de la gula cárnica, Plutarco propone atenerse —sirviéndose de una παραβολή estilística tan propia del género epidíctico52
3. Conclusiones
⌅Efectuados los comentarios pertinentes, creemos que pueden colegirse ciertas conclusiones las cuales, acto seguido, pasamos a enumerar.
- Plutarco readapta y adecua con ponderación un adjetivo de productividad medida en la historia de la literatura griega. El Queronense, fiel al eclecticismo académico que le caracteriza, entronca con una tradición cuya vena léxico-literaria sorbe a fin de perfilar el significado del término en cuestión con arreglo a sus necesidades literarias.
- En relación con el punto anterior, Plutarco despliega y explota la dimensión religioso-moral de ἀναμάρτητος conforme a sus objetivos ético-didácticos, religiosos y teológicos. Ello explica que el vocablo afectado se encuentre en Moralia, mientras que existe una sola aparición del término en Vitae, carente, por lo demás, de acepción moral.
- Por cuanto se refiere a la historia evolutiva del término desde su aparición hasta el s. II d. C. Plutarco rentabiliza la acepción religioso-moral de ἀναμάρτητος con una incidencia particularmente sobresaliente.
- Plutarco es el primer autor que, en el curso de la literatura griega y hasta su época, presenta una combinación retórico-estilística de las voces ἀπαθής y ἀναμάρτητος en manera cuasiformular. Al respecto, puede determinarse una preciosa innovación léxica y sintagmática en Plutarco. La simbiosis de ambos términos consta en cuatro pasajes de los seis comentados: en tres de ellos se predica de los dioses, solo una vez afecta a un ser humano58
Mor. 72B. Con todo, adviértase que, como queda indicado en el comentario oportuno, aquí el término ἀπαθής —concerniente a Fénix— queda semánticamente perfilado por el giro preposicional ὑπ’ ὀργῆς. En los tres casos que afectan a los dioses, la construcción de ambos adjetivos se halla exenta de complementación alguna. .
En resolución: Plutarco, un puntilloso conocedor de la tradición literaria y —al menos en este caso— sin adscribirse doctrinalmente a las enseñanzas de la Academia o del Perípato, escruta con tino y amalgama las posibilidades que un término determinado, ἀναμάρτητος, ofrecía para sus intenciones didáctico-morales, religiosas, teológicas y aun filosóficas. Y ello sin perjuicio de que la voz a menudo en tándem sintagmático, ἀπαθής59